
Pero en fin, hecho el comentario moñas y el repaso a la trayectoria de DuVall en la banda, toca hablar de Rainier Fog, que viene a recoger el testigo de dos buenos discos y a luchar por mantenerse a una altura digna con el legado de una de las bandas más grandes del Grunge noventero. El título del disco viene del Monte Rainier que corona la ciudad de Seattle, en una clara referencia a sus orígenes, a los de la banda y a los de su sonido a lo que se le suma el hecho de que todo el disco ha sido grabado en la icónica ciudad del Grunge, cosa que no ocurría desde hacía 22 años. En el trabajo encontramos un sonido introspectivo, con detalles de todas las épocas de la banda, momentos que nos recuerdan a los trabajos en solitario de Jerry Cantrell y breves intentos de experimentación algo faltos de atrevimiento para llegar a sorprender del todo. Todo ello conforma un disco denso y complicado, que a la primera escucha puede dejar sensaciones contradictorias y que requiere de tiempo para asimilarlo como debe, algo que no se lleva mucho hoy en día y que no es lo más práctico, pero cuando llevas treinta años en esto, estás hasta los huevos y de vuelta de todo, pues te la suda y lo haces. Se le ve en la cara a Cantrell que ya no está para hacer singles superventas y que hará lo que le salga del rabo y por eso espero que los dejes experimentales de Rainier Fog tengan continuidad y lleguen más allá.

Un deje de experimentación, posiblemente rescatado del Boggy Depot de Cantrell, lo encontramos en Fly, uno de mis cortes favoritos del disco. Un corte semiacústico liderado por el propio Cantrell, con un gran estribillo y momentos en los que su guitarra solista brilla por encima de un conjunto nublado y oscurecido, un tema que te recuerda a esos cortes noventeros tipo Heaven Beside You o No Excuses, de esos en los que Alice In Chains llenan la habitación más oscura y arropan al que lo esté escuchando. La cosa sigue con Drone, con dejes dignos de Black Sabbath en un largo y lento corte, algo pasado de minutaje para mi gusto, y Deaf Ears Blind Eyes, a la que podría aplicar la misma descripción que a Fly pero con menos éxito, nos acompañan a Maybe, un tema compuesto íntegramente por DuVall, que me tiene hipnotizado entre las armonías de voces a capella, las guitarras acústicas y la relajada atmósfera que genera todo el conjunto instrumental que entra posteriormente. Tras ello, vienen los otros dos adelantos, acertadamente situados al final del disco creo yo, ya que cuando colocas los tres singles al principio del disco dejas la sensación de que el resto es para rellenar aunque realmente no sea tu intención. So Far Under, con un aire fangoso digno del infravalorado Tripod (el del perrete), y Never Fade, el corte más duro y directo del disco, nos dejan con All I Am, una brillante forma de cerrar el disco en un autohomenaje en toda regla, un repaso a toda la esencia de Alice In Chains en algo más de siete brillantes minutos.
Vamos cerrando dejando claro que esto es otro buen trabajo de una banda con un legado inexpugnable. Rainier Fog es un disco denso, difícil de digerir y del que es absolutamente imposible sacar conclusiones tras una, dos o incluso tres escuchas. Es un trabajo para escucharlo tranquilamente, una vez, otra vez, luego lo dejas reposar, ahora lo vuelves a enganchar... y si por esas no te ha molado, pues ok. A mi me costó, la primera escucha no fue del todo satisfactoria, pero a medida de darle las oportunidades que seguramente no le habría dado a otra banda, me ha acabado calando como un trabajo honesto y notable de una banda que solo aspira a mantener su acomodada posición que mencionaba al principio. El tiempo nos dirá a qué altura de la carrera de la banda podemos situarlo, aún no me veo capaz de compararlo con Black Gives Way To Blue y The Devil Put Dinosaurs Here, mucho menos con el legado noventero de la banda, pero puedo estar seguro de que está a un nivel digno con respecto a la carrera de Alice In Chains y les hace mantenerse con una dignidad que a muchos les gustaría.
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