Reseña: Alice In Chains - Rainier Fog.

Esta es una de esas reseñas especiales para un servidor. Alice In Chains es el único nombre que se me ocurre cuando me preguntan cuál es mi banda favorita. Siendo un tipo bastante abierto, que no tiene problemas en pasar del Glam ochentas al Metal más extremo pasando por el Grunge o lo que sea, me cuesta elaborar una lista de bandas favoritas, pues iba a cambiar cada dos meses, pero lo que no dudo es que la banda de Jerry Cantrell y el malogrado Layne Staley estaría en lo alto de cualquiera. Dicho esto, esperaba con ansia este nuevo trabajo de los de Seattle, pese a que a ratos me dan la sensación de estar muy acomodados en su acertada posición situada en una zona alta de popularidad pero lejos del 'mainstream' más evidente, donde puede sentirse a gusto una banda de Grunge, vamos, y tras un The Devil Put Dinosaurs Here que, siendo un muy buen trabajo, el exceso de minutaje le jugó una mala pasada y lo hacía demasiado duro de digerir. De todas formas y pese a lo mencionado, la formación 2.0 de Alice In Chains ha ido funcionando correctamente, con un William DuVall espléndido en su papel de sustituir a uno de los mejores vocalistas que han pasado por mis oídos y sabiendo que muchos seguidores de la banda le iban a dar la espalda. Pese a ello, el cantante nacido en Atlanta ha cogido el guante con seriedad, profesionalidad, un gran respeto a la figura de Staley y ofreciendo un muy alto nivel, sumando su voz a unas fantásticas armonías vocales con Cantrell y añadiendo el uso de una guitarra rítmica a la banda, lo cual permite que este último pueda jugar más con la guitarra solista. Lo único que me falta es que pueda tener algo más de protagonismo en ciertos temas, pero parece que siguen sin estar por la labor.

Pero en fin, hecho el comentario moñas y el repaso a la trayectoria de DuVall en la banda, toca hablar de Rainier Fog, que viene a recoger el testigo de dos buenos discos y a luchar por mantenerse a una altura digna con el legado de una de las bandas más grandes del Grunge noventero. El título del disco viene del Monte Rainier que corona la ciudad de Seattle, en una clara referencia a sus orígenes, a los de la banda y a los de su sonido a lo que se le suma el hecho de que todo el disco ha sido grabado en la icónica ciudad del Grunge, cosa que no ocurría desde hacía 22 años. En el trabajo encontramos un sonido introspectivo, con detalles de todas las épocas de la banda, momentos que nos recuerdan a los trabajos en solitario de Jerry Cantrell y breves intentos de experimentación algo faltos de atrevimiento para llegar a sorprender del todo. Todo ello conforma un disco denso y complicado, que a la primera escucha puede dejar sensaciones contradictorias y que requiere de tiempo para asimilarlo como debe, algo que no se lleva mucho hoy en día y que no es lo más práctico, pero cuando llevas treinta años en esto, estás hasta los huevos y de vuelta de todo, pues te la suda y lo haces. Se le ve en la cara a Cantrell que ya no está para hacer singles superventas y que hará lo que le salga del rabo y por eso espero que los dejes experimentales de Rainier Fog tengan continuidad y lleguen más allá.

El disco arranca con The One You Know, primer single de adelanto y que ya me dejó claro que el disco iba a requerir tiempo, pues ya el propio single no me pareció gran cosa de primeras y ahora me resulta imprescindible. El riff machacón y poco cocinado lidera el tema hacia un estribillo bien formado por las armonías vocales tan típicas y necesarias de la banda y dejando un corte que suena a Alice In Chains como solo ellos mismos saben hacer. El protagonismo que reclamo para William DuVall sale a relucir en el tema título de Rainier Fog, liderando las estrofas de un tema que mezcla detalles del Degradation Trip de Cantrell con movimientos dignos del Dirt y se muestra algo más directo, cosa que contrasta con la pantanosa Red Giant, más lenta y tristona, con una densa melodía que la acompaña en todo momento junto a las lúgubres voces de los dos de siempre. En ella destaco el papel de Sean Kinney, que siempre me pareció que tiene una forma muy peculiar de tocar la batería, con una curiosa mezcla de pegada y elegancia. El bajo de Mike Inez también cobra protagonismo en este tema, tal vez por eso logran ese grueso sonido que da puntos a uno de los temas que, pese a todo, menos me han enganchado del disco.

Un deje de experimentación, posiblemente rescatado del Boggy Depot de Cantrell, lo encontramos en Fly, uno de mis cortes favoritos del disco. Un corte semiacústico liderado por el propio Cantrell, con un gran estribillo y momentos en los que su guitarra solista brilla por encima de un conjunto nublado y oscurecido, un tema que te recuerda a esos cortes noventeros tipo Heaven Beside You o No Excuses, de esos en los que Alice In Chains llenan la habitación más oscura y arropan al que lo esté escuchando. La cosa sigue con Drone, con dejes dignos de Black Sabbath en un largo y lento corte, algo pasado de minutaje para mi gusto, y Deaf Ears Blind Eyes, a la que podría aplicar la misma descripción que a Fly pero con menos éxito, nos acompañan a Maybe, un tema compuesto íntegramente por DuVall, que me tiene hipnotizado entre las armonías de voces a capella, las guitarras acústicas y la relajada atmósfera que genera todo el conjunto instrumental que entra posteriormente. Tras ello, vienen los otros dos adelantos, acertadamente situados al final del disco creo yo, ya que cuando colocas los tres singles al principio del disco dejas la sensación de que el resto es para rellenar aunque realmente no sea tu intención. So Far Under, con un aire fangoso digno del infravalorado Tripod (el del perrete), y Never Fade, el corte más duro y directo del disco, nos dejan con All I Am, una brillante forma de cerrar el disco en un autohomenaje en toda regla, un repaso a toda la esencia de Alice In Chains en algo más de siete brillantes minutos.
 
Vamos cerrando dejando claro que esto es otro buen trabajo de una banda con un legado inexpugnable. Rainier Fog es un disco denso, difícil de digerir y del que es absolutamente imposible sacar conclusiones tras una, dos o incluso tres escuchas. Es un trabajo para escucharlo tranquilamente, una vez, otra vez, luego lo dejas reposar, ahora lo vuelves a enganchar... y si por esas no te ha molado, pues ok. A mi me costó, la primera escucha no fue del todo satisfactoria, pero a medida de darle las oportunidades que seguramente no le habría dado a otra banda, me ha acabado calando como un trabajo honesto y notable de una banda que solo aspira a mantener su acomodada posición que mencionaba al principio. El tiempo nos dirá a qué altura de la carrera de la banda podemos situarlo, aún no me veo capaz de compararlo con Black Gives Way To Blue y The Devil Put Dinosaurs Here, mucho menos con el legado noventero de la banda, pero puedo estar seguro de que está a un nivel digno con respecto a la carrera de Alice In Chains y les hace mantenerse con una dignidad que a muchos les gustaría.



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