Reseña: Mayhem - Daemon.

Mayhem son una de las bandas seminales de lo que entendemos como black metal. Quienes allá por el 94 sacaran a la venta el que es uno de los pilares indiscutibles del género. De Mysteriis Dom Sathanas. Banda que se reinventó con la entrada de Blasphemer y el regreso de Maniac en el 94, abrazando sonidos más técnicos, y, por qué no decirlo, progresivos. Editando por el camino dos discos muy sólidos como lo fueron Grand Declaration of War y Chimera. Y una banda que, no nos vamos a engañar, ha estado lustros dando palos de ciego desde la marcha de Maniac en el 2004 (casualidad o causalidad, no voy a entrar en ello). Con una falta de dirección alarmante, hasta el punto de ser poco más que una parodia de lo que fueron. Quedando en el recuerdo actuaciones en directo absolutamente bochornosas. Así como también un par de discos (el mediocre y mal producido Ordo ad Chao, y el decente pero con falta de frescura Esoteric Warfare) que no convencieron a demasiada gente. Incluso la misma banda apenas ha confiado en estos dos trabajos a la hora de elaborar sus setlists en sus giras, como si no estuvieran demasiado orgullosos de ambos.

Afortunadamente, parece ser que Mayhem se han puesto las pilas y han enderezado el rumbo. A tenor de lo visto por YouTube, de un tiempo a esta parte sus directos muestran una banda más centrada. Y recién publican su sexto disco, Daemon, con el que confirman su vuelta al redil. Disco que, vamos a decirlo ya, es su mejor obra desde el De Mysteriis Dom Sathanas. Incluso aunque suene a herejía, puedo decir que poco tiene que envidiarle, y que en algunos aspectos lo supera.

A estas alturas de la vida, cualquiera medianamente entendido en metal extremo sabe de que palo van Mayhem. Son culillos de muy mal asiento. Músicos inquietos que se prestan a todo tipo de experimentaciones. Lo han sido siempre, y no van a cambiar ahora. O quizás si un poco. Porque este Daemon, con los adelantos que se iban publicando, apuntaba a que en cierto modo iba a ser una vuelta a los 90. A quedarse a medio camino entre De Mysteriis Dom Sathanas y Wolf's Lair Abyss. Cierto es que una vez escuchado el álbum entero, este demuestra ir más allá y adoptar una personalidad propia. Pero se nota cierto afán por recordar una época anterior. Decisión, a mi entender, acertada. No voy a desmerecer la excelente labor de Teloch, quien me parece un músico muy digno a las 6 cuerdas. Pero no es menos cierto que la principal pega de su trabajo en Esoteric Warfare fue la de intentar replicar el estilo de Blasphemer, con resultado no demasiado satisfactorio. Está claro que Teloch se mueve mejor por sonidos más tradicionales, más propios de Euronymous. Y es por aquí por donde tira Daemon.



Pocas pegas se le pude poner a este Daemon, y toca hablar de ellas. En primer lugar, la batería. Hellhammer, uno de los mejores baterías de metal extremo que ha pisado jamás la Tierra, pasa aquí un tanto desapercibido. Aquí cumple de sobras, pero no encuentro esas sacadas de polla que si te encuentras en trabajos anteriores. Recordad a modo de ejemplo lo que este genio hizo en A Grand Declaration of War, hay que ser muy puto amo para tocar como este señor lo hizo en el 2000. Aquí en cambio adopta un perfil más discreto. Por otra parte, está el tema de la producción, demasiado estándar. No me malinterpretéis, la cosa suena bastante bien. Logran recrear una atmósfera macabra y abrasiva realmente efectiva. Pero las guitarras no terminan de sonar todo lo “malignas” que deberían, faltándole un puntito extra de abrasión. Supongo que es el precio que hay que pagar por fichar por Century Media.

Es gracias a una sola persona el porque este disco suena tan jodidamente infernal: Attila Csihar. El húngaro está en su puta salsa, luciéndose como nunca, y mostrando una versatilidad alucinante. Ya lo adelanto. En los párrafos venideros lo voy a nombrar bastante. Y es que este señor es el protagonista del disco, y me quito la gorra ante el enormérrimo trabajo que hace.

Comenzamos a saco con The Dying False King, quedando muy patente de primeras la influencia del De Mysteriis. Un inicio que recuerda fuertemente al primer track del citado álbum, Funeral Fog. Parecidos que se desvanecen pronto, ya que este tema juega con medios tiempos. Agenda Ignis por su parte recuerda algo más a la época de los dosmiles, con cambios de ritmo más acusados y riffs más progresivos. Bad Blood resulta ser el tema más puramente blacker del disco, y que menos desentonaría en su ópera prima. Un cañonazo que deja espacio a que Blasphemer se luzca también un poco.

Malum es un medio tiempo, a ratos coqueteando con el doom metal, pero no falto de un par de fragmentos más rápidos, donde Attila saca su artillería pesada. Por si no había quedada clara ya su versatilidad vocal, aquí nos la restriega sin compasión. Desde tonalidades graves, convirtiéndose en el adalid sonoro de la angustia, hasta registros cuasi líricos dignos de misa negra. Uno de los mejores temas del disco sin dudarlo. Tiempo de volver a la tralla más tradicional con Falsified and Hated, pero sin confiarse demasiado pues pronto nos encontramos con fragmentos lentos donde Attila vuelve a vomitar azufre. Aquí encontramos en momentos puntuales teclados que me recuerdan a Burzum en el Filosofem.



Encaramos la “cara B” del trabajo con Aeon Daemonium. Una introducción lenta digna de doom metal, con una batería marcial y un Attila endemoniado, da paso a un tema de aires militares y otro de los puntos álgidos del disco. Una canción que, considero, quedaría mejor para abrir el disco, y que sería estupendo para iniciar sus conciertos. Para seguir con el que fue el primer adelanto, Worthless Abominations Destroyed. Tema directo a la yugular y 100% noventero, que desde el primer momento me encandiló e hizo que este Daemon fuera uno de los lanzamientos más esperados del año por la parte que me toca. Volvemos a relajar el ritmo con Daemon Spawn, un medio tiempo que viene acompañado de una nueva remesa de blasfemias regurgitadas por el señor Csihar en tonos bajos, contrastando con ramalazos más barrocos. Tema que repite muchos de los esquemas de Malum aunque con menos inspiración, dando como resultado el que posiblemente sea el punto más flojo del álbum.

Of Worms and Ruins, el segundo adelanto que nos llegó, es un corte trallero y directo, aunque siendo este más heredero de la etapa con Blasphemer. No es sino el preludio de la recta final del trabajo a ritmo de Invoke the Oath. Nos dejan para el final el corte más tétrico y teatral de todos, con grandes dosis de caos digno del A Grand Declaration of War. Magnífica forma de cerrar el álbum, aunque en algunas versiones de este nos encontramos con dos bonus tracks. Everlasting Dying Flame y Black Glass Communion. Dos buenos temas aunque un tanto redundantes.

En definitiva, estamos ante una muy grata sorpresa por parte de una banda de la que no esperaba gran cosa. Una agrupación que ha sabido reciclarse, y abrir una nueva etapa muy prometedora. Un muy serio candidato a disco del año, y que tiene presencia casi asegurada en mi futuro “top 2019”. Y que pronto podré comprobar que tal funciona en directo. Mayhem han vuelto, y se vuelven a coronar como uno de los máximos y mejores exponentes del género. Largo sea su nuevo reinado.

Podéis seguirle en su perfil de Rate Your Music.

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