Reseña: Hiranya - Breathe Out

Llevaba un tiempo siguiendo de lejos, pero atento a sus movimientos, la carrera de la banda madrileña Hiranya, amigos. Se trata de una joven banda, formada hace ciertamente poco (2015) y que en solo cuatro años ya han llamado a la puerta del Metal nacional con una propuesta clara y concisa. Lo suyo es partir del Death melódico sueco de unos In Flames época Clayman o unos Soilwork y mezclar esa base con tintes de Metalcore, Nu Metal y rolletes grooveros como pueden hacer por momentos unos Heaven Shall Burn. Ya en 2016 nos sorprendieron para bien utilizando esa mezcla para parir un debut realmente interesante llamado Breathe In y ahora nos vienen con Breathe Out a modo de juego de palabras que desconozco si esconde algo más relacionado con su concepto o algo similar. En este nuevo trabajo encontramos una lógica evolución al consolidar los aspectos que funcionaron bien en su debut como es la agresividad en los riffs, cada vez más afilados o la buena dualidad vocal de Sara Bowen, con la que cuesta congeniar en un principio debido a la a veces excesiva dulzura de su voz limpia pero comprendo que el contraste que genera con su agresivo growl es parte de la forma de ser de Hiranya y al final uno se acaba acostrumbrando.

En el material de Breathe Out no encontraremos una banda que reinvente su género, pero sí que lo defiende con orgullo y busca darle un toque personal que irá creciendo a medida que pasen los años como queda claro en los temas de este trabajo que, por cierto, ha sido grabado en los Sadman Studios del gran Carlos Santos, encargado también de mezclarlo, y el master ha sido obra de un viejo conocido de un servidor (porque cada vez me lo encuentro en más discos, no es que haya tomado nunca unas cervezas con él), me refiero a Jens Bogren (Arch Enemy, Opeth, Kreator, Helevorn...). Dentro del conjunto, que sigue una línea bastante marcada (sin llegar a hacerse repetitivo, ojo) que juega con las guitarras y las voces para aportarle un buen dinamismo, destacan temas como Conformism, que de primeras no me enamoró, pero ese registro agudo que utiliza Sara se te acaba clavando en la sesera y te convence para decir "coño, pues en verdad mola". También destaco la buena elección de Transparency y Oiwa como singles, la primera con su pegadizo estribillo y sus dejes electrónicos en plan Dagoba, quiero decir, no muy estridentes ni exagerados y que encajan bien en el tema, y la segunda por esa agresividad que representa la cara más bestia de la banda (y la que más mola, ojo) para cerrarlo. Eso no quita que la dulzura de Shot, que baja revoluciones y apaga las voces guturales, tenga cierto encanto, pero claro, me metes un trallazo como Insanity o Anger y la olvido aunque agradezco el toque de variedad que le aporta al disco al igual que ese rato de protagonismo de Jio (bajo) al que creo que el sonido final del disco no le ha hecho ningún favor.

Lo dicho, a las primeras escuchas cuesta que no te choque el brutal contraste de voz limpia-gutural debido a que una parece sacarina y la otra tabasco rebajado con wasabi, pero forma parte del encanto de Hiranya, que han sacado un buen disco, bastante entretenido y dinámico, que peca un poco de previsible en algún corte como Harpy o Far Away, pero que en conjunto cumple más que de sobras y te regala una buena colección de temazos interesantes y te llena de curiosidad para saber hacia dónde avanzará la propuesta de esta joven banda madrileña a la que hace tiempo que sigo y que, desde ahora, lo haré de más cerca. Buen trabajo.


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