Extreme Division Mallorca, el reencuentro anual de metaleros isleños en Palma, celebraba su tercera edición el pasado sábado 3 de noviembre en la sala Es Gremi. En un año que no ha sido nada propicio para los géneros extremos, empezando por el cierre del Fraguel Rock y siguiendo por una dolorosa escasez de eventos, salvada por la siempre enorme aportación de las bandas locales y poquita cosa más, el Extreme Division se percibía como un oasis en el desierto, con un cartel muy variado como de costumbre y que juntaba bandas isleñas, peninsulares y europeas. A pesar de todo, las previsiones de asistencia no eran muy halagüeñas pero al final Es Gremi presentó una entrada más o menos decente que fue de menos a más durante la noche y que se lo pasó teta.
A las 19:30, bastante puntuales como pretendían ser, tuvimos a Aeolian saltando a las tablas. Con una intro de estilo épico y el poderoso inicio de Immensity, tema que abre su Silent Witness, dieron el pistoletazo de salida a su concierto y, con él, al evento. Este era el segundo concierto de la banda tras la presentación del álbum en el Tunnel Rock Club y, desde luego, esta vez se les vio mucho más sueltos en una sala de primer nivel y un escenario donde el espacio vital de los miembros no corre peligro como es el de Es Gremi. El sonido fue de menos a más (cierto es que me agencié la primera fila, sabiendo del riesgo acústico que eso conlleva) y los movimientos de melena también mientras fueron cayendo temas de su reciente trabajo de estudio como The End Of Ice o Chimera bajo el liderato de un Dani Pérez desatado dando otra muestra de su brutal poderío a las voces, no soy el único que lo admira y por algo será. My Stripes In Sadness (uno de mis cortes favoritos de la banda) o la enorme Return Of The Wolf King, en la que el solo de guitarra de Gabi inundó la sala de forma brutal, fueron las siguientes, con una banda muy animada, interactuando entre ellos y con la gente que se presentaba frente al escenario y dando un nivel altísimo antes de cerrar con otro temón como Black Storm, poniendo su Death Melódico a disposición de una digna aunque insuficiente cantidad de público que ya armó algún circle pit (se notó la sangre joven que apareció por la sala). Sin lugar a dudas Aeolian mejoraron sensiblemente el concierto de presentación (que ya estuvo más que bien) y dejaron claro que son una banda a tener en cuenta, de reciente formación pero constituida por unos musicazos con el culo pelado y que tienen unas tablas que ya quisieran muchos otros.
Un ratito para ir a por unas birras y saludar gente antes de que se viniera la gran matanza de gorrinos. Ojalá pillar a los de VxPxOxAxAxWxAxMxC (Vaginal Penetration Of An Amelus With A Musty Carrot, a los que llamaré "los Vaginal" desde ahora) para que se vengan a ambientar algunas matanzas en los pueblos. En fin, recién llegados de alguna charcutería de barrio austríaca, estos hijos del goregrind nos cerraron la puta boca a todos. Yo cuando me dijeron que venían y me los puse dije "y no te saldría más a cuenta pillar una banda isleña y a correr..." pero fue salir con su música discotequera que daba paso a riffacos ultracontundentes y hacer mover a la peña como pocos lo consiguen, oye, y yo el primero, qué cojones. Además, Franz Stockreiter (gorrin... vocalista principal) se mostraba graciosete con la presentación de los temas, aunque su acento austríaco-alemanote no nos dejaba entender ni papa de lo que decía, pero era gracioso igual con su barriguita, su voz de gorrino y el miedo a que la plataforma que une el escenario y el público por encima del foso de fotógrafos no fuera a poder soportar su peso. Su show fue tremendamente divertido e incluso hubo tiempo para que un chaval del público saliera a interpretar un tema a las voces. Fue imposible quedarse con alguna canción de la banda, aunque tampoco importa demasiado, pues VxPxOxAxAxWxAxMxC es el típico grupo que no te pondrás en casa salvo que seas muy seguidor de este rollo, pero que en directo siempre son una puta fiesta y levantan al respetable gracias al absoluto desprecio que sienten hacia todo lo ortodoxo. Fue brutal.
A continuación era el turno de Cannibal Grandpa, que tocaron alrededor de veinte minutos y tuvieron que terminar el concierto porque se les fastidió el portátil y buena parte de su sonido se basaba en él. No voy a profundizar en ello, supongo que serán más que conscientes del paripé que liaron (un comunicadete en rrss pidiendo disculpas no habría estado mal tampoco) y lo mal que lo gestionaron, pero me sabe mal por sus seguidores que se quedaron con cara de circunstancias y por la promotora que, jugándose el cuello como en cada evento que montan, puso su dinero y su trabajo para traer a una banda a Mallorca que al primer contratiempo se bajó del escenario, pero en fin, solo espero que hayan aprendido de lo ocurrido y procuren tener un plan b a la próxima, aunque se trate, simplemente, de tocar. Luego le quedó una difícil papeleta a Ereb Altor, que salían tras un larguísimo parón mientras la organización trataba de reajustar los horarios para que el tiempo entre conciertos no fuera excesivo ni terminase el evento antes de la hora prevista, además de tener al público mosqueadete por el coitus interruptus de los madrileños. Pero a base de tablas, buena presencia y, como buena banda sueca, una escenografía cuidada al milímetro, los vikingos de Gävle se ganaron a la gente con un bolo realmente sobrio. El sonido también les fue de menos a más, pero a partir del tercer tema fue impecable y, al abrir con temas como En Synd Svart Som Sot y Nattram, levantaron a la gente y empezaron a mover melenas. Con su propuesta, digna heredera de los Bathory del malogrado Quorthon, que entremezcla Doom, Black y otros estilos bajo el manto de la temática vikinga y un constante intercambio de voces entre Mats, Ragnar y Tord, los suecos engancharon al respetable con un concierto honesto y muy sólido, demostrando que saben hacer lucir sus temas de forma superior a cómo suenan en estudio. Hubo tiempo para prácticamente todos los discos de su carrera, cayendo temas como Nifelheim, Ulfven o la jodidamente épica By Honour de su primer trabajo. Cerraron su set con su himno habitual, creado recientemente, pero que ya es todo un clásico de la banda como es Midsommarblot y dejaron el pabellón muy alto demostrando ser una auténtica bandaza.
Pero, si hablamos de bandazas, lo de Crisix no tiene nombre. Había miedito, ya que justo antes de que salieran me habían comentado que Juli Bazooka no andaba muy fino y así era, pues resultaba que hacía nada que le habían diagnosticado un cólico nefrítico (las piedras en el riñón de toda la puta vida) pero él mismo lo dejó claro: ni el intenso dolor iba a impedir que Crisix destrozasen la isla en su primera (técnicamente segunda, pero la primera fue en un hotel para alemanes) visita. Con el riñón del cantante adoquinado y unos cojonazos como pelotas de basket, los de Igualada demostraron por qué son una banda internacional y qué les ha llevado a tocar en Wacken, Hellfest y próximamente Graspop entre otros muchos festivales. Un arranque pletórico con Leech Breeder, seguido de The Great Metal Motherfucker, desató la locura en la sala. El sonido no era el mejor, pero ni importaba, el pifostio montado en la sala hizo temblar toda la ciudad de Palma y, aunque se veía a Juli llevarse la mano al costado con cara de evidente dolor en ciertos momentos, tanto él como el resto de la banda se movieron por todos lados sin parar, vacilándose entre ellos y transmitiendo una energía, un feeling y un buen rollo admirables. Hubo momentos para todo, como por ejemplo un recuerdo a 'Bola de Drac' con su enorme Frieza The Tyrant, dedicada "al hijo de puta más hijo de puta" que ha parido madre, un saludo a los colegas de Trallery, que veían el concierto desde el fondo de la sala o el hacer agachar a toda la gente para liarla a saltar a mitad de Get Out Of My Head. De ahí pasaríamos al estropicio final, donde la banda se intercambiaría los instrumentos para tocar covers de Metallica, Pantera o Rage Against The Machine entre otros, nos haría jugar a su ya clásico 'football of death' en Bring 'Em To The Pit y nos aniquilarían finalmente con su himno por excelencia, ese impepinable Ultra Thrash que les puso en el mapa cuando se empezaban a dejar la barba. En definitiva, un auténtico bolazo que se hizo muy, muy corto y que puso la sala Es Gremi de Palma patas arriba como pocas veces he visto, con una de las mejores bandas de este país que está celebrando su décimo aniversario en el mejor momento de su carrera. Lo que han crecido Crisix en unos pocos años es brutal y, ahora, tienen las puertas del mundo abiertas y es que se lo han ganado tirándolas abajo a patadas.
En definitiva otra gran edición de Extreme Division Mallorca en el que pudimos disfrutar de unos conciertos enormes rodeados de los colegas de siempre y algunos menos habituales. Los compañeros de Deathlight Music volvieron a sudar sangre para montar el pitote que montaron y poco se les reconoce todo lo que luchan por mantener esto vivo. Si sigue habiendo conciertos de Metal, por pocos que sean, en la isla, es porque todos los montan ellos y desde aquí solo podemos agradecerles lo máximo posible por seguir ahí. Ahora, si me disculpáis, voy a ponerme el Rise... Then Rest de Crisix otra vez.
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