
En Anâtman nos encontramos ocho temas, como comento, manejando algunos momentos más afilados y otros más reposados, jugando con mucho acierto en las melodías y capitaneado por una voz gutural gruesa y profunda. La producción del LP también ayuda (de la mano de Carlos Santos), y ahí también se nota el trabajo de un fenómeno de estos estilos como Jens Bogren (Dark Tranquillity, Amon Amarth, Katatonia y un larguísimo etcétera) en la masterización, que hacen que el trabajo suene muy nítido y ayudando a que te envuelva en sus ambientes más desapacibles.
El trabajo abre con los cojones sobre la mesa con su tema título, un corte de ocho minutos que va atravesando diferentes fases en su minutaje y que nos muestra, a groso modo, lo que nos va a ofrecer Perpetual Night, no en vano lo sacaron como single con videoclip. El corte es una joya, maneja diferentes atmósferas desde su melódica intro, muy noventera de los inicios del género, antes de lanzarse en una potente tormenta de melodías y ritmos. Le sigue Wild, haciendo honor a su título, más directa desde su inicio, con buenos juegos de ritmos de esos que te hacen mover tu intento de melena escandinava (los reyes de los anuncios de L'Óreal, basta ver un concierto de cualquier banda de por allí para darte cuenta del pelazo que gastan los cabrones, es que encima lo coreografían para vacilarte todos a la vez, desgraciados...). El disco sigue con The Howling, en el que una dulce voz femenina alterna con el poderío gutural de la banda, moviendo la intensidad de la parte instrumental del tema según este lo requiera. La verdad es que el arranque del disco con estos tres temas es de muy alto nivel, la banda muestra su potencial de forma rápida y directa, manejando tempos e intensidades realmente bien y mostrando sus mejores cartas para empezar.
Anâtman se sigue moviendo por los derroteros de la melodía y la oscuridad, mostrándose más directa en cortes como Nothing Remains, en la que la guitarra exprime sus posibilidades rifferas y solistas al máximo nivel, destacando en un corte muy envolvente y con dejes al Black sueco, ese que es más melódico y pulido. A continuación nos encontramos con His Darkness, de las más oscuras y melancólicas del disco como su nombre parece indicar, y Raindrops, cuya cuidada intro nos lleva a un corte tristón, muy cercano al Doom Metal de unos Swallow The Sun, antes de llegar a la dupla final del disco, que llega con Unpronounced Words y la introspectiva Abscence of Reality, muy en la onda de Raindrops, jugueteando con el Doom y creciendo su intensidad a medida que va avanzando. Un buen final para el disco.
Un muy buen disco, un debut de esos que no lo parecen. Perpetual Night han sabido crear un trabajo muy sólido, sin apenas fisuras y que crece en cada escucha. Todos los temas tienen detalles interesantes, la duración es la más adecuada para lo que ofrece y la escucha se hace muy amena desde el primer momento, pero tienes que insistirle para descubrir todos sus matices. Se le notan mucho las influencias, es normal tratándose de un primer LP, donde la banda suelta sus primeras inquietudes musicales. A medida que sigan componiendo material irán sacando su sonido más propio, no lo dudo, y yo les seguiré atento, porque en Anâtman hay mimbres de banda grande.
Comentarios
Publicar un comentario