Reseña: Avatar - Avatar Country.

Hasta hace poco, Avatar han sido un secreto bastante bien guardado del Metal para el gran público de nuestro país. Formados en 2001 y con siete discos a sus espaldas, no ha sido hasta ahora, con dos discos de interesante éxito como Hail The Apocalypse y Feathers & Flesh y una de las actuaciones más destacadas y sorprendentes del pasado Download de Madrid, que nos hemos dado cuenta de que esta banda de Gotemburgo, ciudad con alta tradición metalera, mola cantidubi. En otras partes de Europa ya se les valoraba más, pero aquí siempre vamos a nuestro ritmo para esas cosas. Y me incluyo, pues hasta hace poco tiempo solo me sonaba el nombre y apenas les había hecho caso. 

Con una propuesta absolutamente inclasificable, un cantante que está como un rebaño de cabras, una teatralidad acorde al estado mental del susodicho y un directo, por lo que se comenta, apabullante, Avatar al fin han asomado la cabeza al público general, que hasta ahora pensaba que ese nombre solo se refería una película muy larga de bichos raros azules en 3D, pero aquí el único bicho raro es Johannes Eckerström y tiene más carisma que todo el reparto de esa peli junto. Pero bueno, más allá de las tonterías, Avatar han publicado un nuevo disco que ahonda, por decir algo, en su singular propuesta, alternando influencias de tantos géneros que les convierte en un repelente de etiquetas y en esa banda que vas a amar hasta la locura o vas a repudiar como repudias a todo aquello que se sale de tus parámetros.

En el momento clave de su carrera, Avatar Country debería ser el disco que encumbre a la banda sueca a unos niveles más altos de popularidad. Para ello han echado el resto en un disco… ¿Conceptual? Sobre su Rey, al que le dedican todos y cada uno de sus temas (y si leéis las entrevistas que les hacen ya veréis que la cosa va en serio, honra a su Rey o muere…) forjándose sus personajes y creando un aire diferente y teatral del que suele agradar, sobre todo, a la vertiente más joven del público metalero. Diez temas conjuntando 44 minutos de locura, en los que Avatar te llevan a su reino y te obligan a rendir pleitesía a su Majestad a partir de su intro, que no es otra cosa que el himno nacional del país de Avatar, pero a los que le sobra buena cantidad del mal llamado "relleno". Luego los temas van alternando estilos, empezando por Legend Of The King, un tema de más de ocho minutos que es el más ambicioso del álbum, un poco como la piedra angular del mismo, y siguiendo por The King Welcomes You To Avatar Country, un tema fiestero y alegre, muy rockero, con aromas a AC/DC en las voces y algún riff, o King’s Harvest, que se desmarca como un corte Groovero con un riff machacón al estilo de Sepultura mezclado con un estribillo que podrían haber robado a Faith No More, con el pintarrajeado voceras luciendo, en cada uno de ellos, su completo juego de registros. Y es que, como buen lunático, el desgraciado tiene su talento, juega con los registros que quiere y lo hace ciertamente bien, interpreta personajes, mete fuerza a los temas, aporta teatralidad… es un fenómeno. 
 
 

El disco sigue con temas como The King Wants You, vacilón, juguetón… raro, que parece que no arranca y de primeras no dice gran cosa, pero gana con las escuchas y dentro del contexto del álbum, The King Speaks, un relevo a The Warrior Prayer de Manowar, siendo en este caso un discurso de su Majestad el rey de Avatar que acaba con fuegos artificiales y un pueblo rendido a su monarca (evidentemente me sobra por completo dentro del disco), o el que fue single de adelanto, A Statue Of The King, un temazo enorme, con Johannes a un nivel pletórico y un aire a Marilyn Manson en sus momentos más cafres, cuando machacan los instrumentos con furia. No me cabe duda de que el Reverendo, su personaje y sus voces son un gran referente para el vocalista sueco, que muestra el lado más teatral (y menos polémico, mucho más edulcorado) de la influencia de Manson. También podemos detenernos en la parte instrumental, genialmente producida, con unos músicos que juegan con diferentes afinaciones según el Rey lo requiera y con buena capacidad de crear riffs inesperados que varían la fuerza y el tempo de cada tema con facilidad. Ya para el final del disco nos quedan, un tema cargado de épica como King After King y las dos partes de Silent Songs Of The King, la primera, Winter Comes When The King Dreams Of Snow, un interludio ambiental, electrónico, digno para el hilo musical del un bar de Chill Out, y la segunda, The King’s Palace, un corte instrumental guitarrero bastante corriente. Una forma un tanto extraña para cerrar lo que estaba siendo un buen disco.

No sé si son genios o simples lunáticos, creo que más bien lo segundo. Pero lo cierto es que su propuesta es original, diferente, y rompe con todo lo previsible, lo cual ya me cunde para aplaudirles. Cuando crees que el disco irá hacia un lado, él tira para el otro, cuando crees que ves venir un riff, te cuelan otro… van a su bola y eso me mola. Luego ellos van por la vida en plan personajes de tíos raros y zumbados, llevándolo al límite, pero son unos músicos de nivel, partiendo de su carismático vocalista y portavoz oficial de su líder, el Rey. Hemos tardado en descubrirlos y no sé hasta qué punto van a cuajar aquí, donde tenemos un público muy particular, pero lo que tengo muy claro es que es una de esas bandas que no puede dejar indiferente a nadie (lo cual creo que es una de las claves para acabar arriba, más allá de la calidad y demás historias) y que, si siguen por estos derroteros, pueden acabar subiendo mucho el listón de popularidad. Tampoco te voy a negar que, a base de escuchas, el disco acaba perdiendo algo de fuelle debido a que, quitando la intro, el 'speech' y los dos cortes instrumentales finales, te quedan seis temas resultones y majetes que saben a poco teniendo en cuenta que la banda está en disposición de dar un buen salto con este disco, pero bueno. De momento, la clave que les veo, es no tomárselos muy en serio y dejarte meter en su mundo para disfrutar de sus momentos más destacables. (7/10)

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