Ay, ese Thrash-Speed-zurraparches-gritón alemán... cuánto buen rollo nos ha dado, ¿Verdad?
Hoy, para una fría tarde de domingo en la que no juega tu equipo porque está en Segunda B y el horario de domingo a las 12:00 queda fijo, y en la que estás hasta el rabo de ver capítulos de Black Mirror debajo de tu manta llena de agujeros y olor a gato, vamos a escarbar en el underground del Thrash Metal dentro de territorio teutón y lo haremos para encontrarnos a un señor mayor que parece salir de la tercera parte de los videoclips de I Wanna Rock y We're Not Gonna Take It de Twisted Sister (el padre cascarrabias, el profe chapado a la antigua... y el juez/cyborg con mala hostia) en su portada. Su mirada te advierte, Accuser no son para moñas. O sí, no sé. Hoy vamos a centrarnos en el debut de estos alemanes, titulado The Conviction, un disco que no es que inventase la rueda ni siquiera en aquel año '87, pero atruena un rato a base del típico, furioso, veloz y machacón Thrash alemán. Temas como Evil Liar, con aires a Kreator (se nota que Petrozza es una clara influencia de Frank Thoms, guitarra, voz y alma mater de la banda), la fantástica Law Of War, con aires maidenescos en su solo de guitarra o el tema homónimo, Accuser, que se larga hasta los diez minutos de duración con una dignidad envidiable, son algunas de las joyitas que esconde este escondido (valga la redundancia) debut de Accuser. Hoy en día la banda sigue en marcha y, de hecho, acaba de sacar su nuevo disco de estudio, titulado The Mastery, que sigue en la onda de ser un Thrash correcto, sin brillar en exceso, pero entreteniendo a cualquiera que se abra una cerveza y se zambulla en un disco que contiene, bien conjugados, todos los elementos típicos, a la par que imprescindibles, de la vertiente alemana del género. Este The Conviction es el típico disco que entusiasmará a cualquiera que le mole rebuscar en el underground de los sonidos ochenteros, en esas bandas "olvidadas" o incluso nunca descubiertas por el público y que siente una gran satisfacción al desempolvar discos molones que ya poca peña escucha.
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