Noche para la historia la que se venía sobre Madrid el pasado sábado 9 de diciembre, colegas. Aquel día, ese ente llamado Helloween se mostraba en (casi) todas sus formas para recibir el reconocimiento que merece una larga y gloriosa carrera como la suya. Andi Deris, que lleva sus cuantos años partiéndose la cara por la calabaza, Michael Kiske, cuya voz protagonizó dos de los discos más célebres de la historia del Heavy Metal, y Kai Hansen, que puso voz y guitarra a los fulgurantes inicios, se encontraban sobre el mismo escenario junto a Markus Grosskopf, Michael Weikath, Sascha Gerstner y Dani Löble para repasar toda la carrera de la calabaza y, por supuesto, no íbamos a faltar a la cita.
La noche se presentaba grande, alrededor de doce mil almas (según el Facebook de la banda) se iban a presentar en el Palacio de los Deportes de Madrid, ahora denominado Wizink Center (igual cuando vuelva a pisarlo ya se llama de otra forma), en una entrada que sorprendió incluso a la promotora, que planeaba usar el pabellón en su versión reducida (sin gradas) y acabó viendo como el conjunto de los fans de la época de Kiske, fans de la época de Deris y fans de los inicios con Hansen, llenaban el Wizink hasta los topes en el concierto más gordo que han dado en Europa en esta gira y, sin duda, la noche más grande de Helloween en España. Las colas empezaron a tomar forma sobre las cuatro de la tarde, cuando nos plantamos allí y, aunque la espera se hizo larga (tres horas fuera y dos horas y media dentro, estas últimas amenizadas por Rafa Basa ejerciendo de DJ), pensar en la que se nos venía encima hacía que las piernas pesaran menos.
Y ya sí, cuando nuestras piernas podían usarse como columnas de lo rígidas que empezaban a estar, a las 20:30, puntual como Alemania manda, lo estoy alargando para que sepáis lo que sentíamos ahí dentro, empezaba a sonar Let Me Entertain You como intro, que dejaba paso a la caída del telón y a la banda al completo dándonos la bienvenida con Halloween, lo que despertó el fervor del público pese a no sonar del todo bien. Tampoco ayudaba a apreciar el sonido ese efecto karaoke que había en las primeras filas, que era ensordecedor con la gente dejándose la garganta, se nota que había ganas, colega. Sin tiempo para recuperarnos del arranque, cayó Dr. Stein, con Kiske y Deris compenetrándose muy bien y mostrando continuos gestos de complicidad entre ambos, cosa que más de uno esperaba para obtener la foto del gran momento, claro. De lo de grabar en vídeo con el móvil un concierto que está siendo grabado para DVD ya hablamos otro día, ¿vale?
Tras la primera aparición de Seth & Doc (unos simpáticos dibujos animados con forma de calabaza) por la portentosa pantalla del fondo del escenario, que ayudaba al espectáculo con diferentes proyecciones en función de los temas, los dos vocalistas se fueron alternando sus temas, cayendo I'm Alive, If I Could Fly, Rise And Fall o Are You Metal? que, sin ser de los mejores temas de la banda, funciona de lujo en directo, igual que Waiting For The Thunder, cuya respuesta me sorprendió bastante. Mientras caían los temas, los músicos aprovechaban la pasarela para acercarse al público e interactuar, tanto los vocalistas como el resto, y la compenetración entre todos era total (bueno, Weikath parecía ir más a su bola... pero tampoco esperamos otra cosa de él). Entre tema y tema, los frontman mostraban una expresión de satisfacción total, Deris hablando en perfecto castellano (por algo vive en Tenerife) e incluso traduciendo el nombre de Kiske, llamándole 'Miguel' todo el tiempo (eso me hizo gracia, oye). Muy dados al cachondeo y al buen rollo los dos, sin duda, y amenizando las presentaciones de los temas.
El show seguía avanzando con Perfect Gentleman que empezó liderada por un Deris ataviado con sombrero y bastón para la ocasión y que, por cierto, dio una puta lección de lo que es un frontman durante todo el show, y acabó con él y 'Miguel' a dueto con el público, dando muchísimo juego al tema del Master Of The Rings. Tras otra de las muchas apariciones de Seth & Doc (eran graciosetes, pero igual se pasaron un poco... casi aparecieron más que el propio Kiske, socio...), era el turno para que Kai Hansen se pusiera frente al micro para sacarse un medley de Starlight, Ride The Sky y Judas, seguido de Heavy Metal (Is The Law), dejando más que satisfechos a los fans de los primeros coletazos de Helloween.
Turno ahora para las dos baladas de la noche, Forever And One, con Kiske y Deris sentados en unos taburetes situados en la pasarela interpretando el tema con un sentimiento soberbio, y A Tale That Wasn't Right, con Michael recordando sus inicios y diciendo que quería ser como Elvis y se quedó en Rob Halford (por el pelo) antes de hacer un amago de arrancarse con Breaking The Law en plan broma. El tío como frontman es soso como un yogur de agua, pero ojo cuando le da por el cachondeo. I Can dejaba paso al momento emotivo de la noche, con Dani Löbe arrancando un solo de batería y terminando a dúo con una grabación de Ingo Schwichtenberg, en lo que fue un fantástico homenaje al malogrado batería que acabó con una cerrada ovación y gritos de "Ingo, Ingo" por parte de un público que no olvida a sus héroes caídos.
Seguían cayendo temas y vídeos de Seth & Doc, Livin' Ain't No Crime, enlazada con una muy exitosa A Little Time, y seguidas de Why?, Sole Survivor, Power... la banda entregada, el público entregado... todo iba a la perfección, el sonido en las primeras filas era bastante malo, pero en la parte de atrás perfecto... lo típico, vamos. El concierto iba como la seda mientras seguían cayendo clasicazos de Helloween y ya con How Many Tears, con los tres vocalistas a la vez, nos íbamos a los primeros bises, en los que caerían Eagle Fly Free y Keeper Of The Seven Keys, que quedó jodidamente épica en todo el público cantándola. Ya os podéis imaginar que la pista del Wizink era una olla a presión, aquello se venía abajo y aún faltaba otra ronda de bises, la que cerraría el concierto con un breve solo de Hansen seguido de Future World y, por supuesto, I Want Out, que acabó de reventar el pabellón y dejó varios miles de gargantas más secas que el Sáhara en agosto. Como apunte decir que entre los dos bises pasó demasiado tiempo, se hizo un poco largo y casi logra enfriar al público.
Y así llegaba el final. Alrededor de tres horas de concierto en las que gente de todo el país rindió un fantástico homenaje a la portentosa carrera de Helloween, una banda siempre querida y respetada aquí y que vivió la noche más mágica de cuantas han tenido en nuestro territorio. Kiske, Deris y Hansen se repartieron el protagonismo, sin pisarse ni meterse a competir, sino interactuando continuamente, con múltiples gestos de complicidad entre ellos y con el público y dando un divertido show. La pantalla, el juego de luces y la retahíla de temazos que cayeron hicieron el resto para que la velada del 9 de diciembre en el Wizink fuera algo para recordar, tanto para nosotros como para unos Helloween a los que les brillaban los ojos en todo momento, como si fueran unos chavales que acaban de empezar (vale, con alguna arruga más), viéndose en España como no se habían visto en su vida. ¿Pudo ser mejor? Sí. ¿Habría cambiado parte del setlist? Ya te digo. ¿Disfruté como un gorrino en un lodazal? Puedes estar seguro, colega. Como dice Andi Deris, estuvo "de puta madre".
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