
Tras varias horas de cola, custodiadas por unas medidas de seguridad completamente de locos para algo tan inofensivo como un concierto de Rock, pero desgraciadamente necesarias por los últimos acontecimientos vividos alrededor de un mundo que cada día apesta más, a las seis abrían puertas y el estadio se iba llenando poco a poco. Aún iba entrando gente a la pista y las gradas se mostraban semivacías cuando Tyler Bryant & the Shakedown hacían su aparición. Con un escenario y un sonido, digamos, "de teloneros", el señor Bryant derrochó carisma, simpatía y garra a pesar de no contar con unos temas con el suficiente gancho como para acabar de triunfar. Es una pena, el tío toca bien, canta bien y tiene muy buena presencia sobre el escenario, pero lo cierto es que su actuación, de apenas media hora, no me llegó a entusiasmar del todo. De todas formas, fue mejor que el malísimo rato que pasé con un ídolo de toda la vida como Mark Lanegan. No fue por su culpa y tampoco puedo culpar al público que le ignoró e incluso mostró su desencanto con la propuesta del vocalista de Seattle (llegar a silbarle sí me pareció una falta de respeto hacia un tipo que no deja de ser una leyenda)... pero es que, básicamente, no sé qué cojones pintaba allí. Lanegan es un ermitaño de bar oscuro, cigarro y copa de whisky, no de estadio al sol para telonear a una banda de Hard Rock... la verdad es que sigo sin comprender cómo aceptó pasar por ese trago (bueno, en realidad me imagino que ahora el hombre tendrá casa y coche nuevos como mínimo...). Sin moverse de su pie de micro, fiel a su estilo, interpretó temas de su carrera en solitario junto a Black Rose Way de Screaming Trees que fue, de lejos, la que más "éxito" tuvo, creo que incluso aplaudieron tres personas. El sonido tampoco le acompañó y, aunque su talento estuvo presente en todo momento, con esa voz de fumador empedernido que siempre me flipó, el concierto solo se puede calificar de fracaso. Una pena que mi primera vez con un vocalista mítico de mi adolescencia fuera tan desastrosa, pero eso solo hace que ahora tenga muchas más ganas de verlo en un concierto propio como toca.
Y ya sí, tras dos teloneros ciertamente prescindibles (raro que yo diga esto), iba siendo la hora de las tortas. Tras 15 minutos viendo el logo de la banda pegando tiros por la pantalla gigante mientras nos comíamos un greatest hits de Queen en bucle, sonaba la canción de los Looney Tunes y el "You wanted the best? Well they didn't fucking make it. So here’s what you get! From Hollywood! Guns N’ Roses!", daban paso a lo que habíamos ido a ver, el concierto por el que pagamos un dineral que me da hasta vergüenza decir, y el show empezaba a puto saco. It's So Easy, Mr. Brownstone, Chinese Democracy, Welcome To The Jungle y Double Talkin' Jive para empezar, a fuego, a pijo sacao, sobrevive a eso si puedes, mamón. Lo cierto es que la adrenalina del momento, con miles de personas saltando y cantando a más no poder, me llevó a obviar el mejorable sonido inicial que entorpeció el arranque del show, sobre todo para los que estaban más atrás y no iban con una brutal erección que les tapase los oídos como un servidor. Mientras tanto, el show en cuanto a luces, vídeos de fondo y demás era espectacular y daba mucho juego, formando un ambiente digno de un concierto de estadio. Seguíamos con Better y Estranged, en las que el sonido mejoró notablemente y a partir de ahí ya fue a más, y dejaban paso a Live And Let Die, que funciona sorprendentemente bien en concierto, la vacilona Rocket Queen, que alargaron un poco a su manera, y la enorme You Could Be Mine seguían provocando saltos, gritos y júbilo en el Calderón, que esperaba y celebraba cada una de las interacciones entre los diferentes músicos, como deseando que eso confirmara que ahora se llevan bien y que tendremos Guns N' Roses para rato. Attitude, This I Love (en la que aproveché para echar unas cuantas fotos) y una soberbia Civil War, daban paso uno de los momentos emotivos de la noche, el homenaje a Chris Cornell con Black Hole Sun y un video de fondo en el que se veía un agujero negro alternándose con la silueta de la mítica torre de Seattle, que me acabó tocando la fibra sensible. Mención especial a la interpretación del señor Rose en ese tema, absolutamente bestial. Siendo sinceros, Axl Rose estuvo algo irregular, así te clavaba un tema como se asfixiaba o te la liaba al siguiente, pero en el cómputo global del concierto creo que sale más que aprobado. Lo cierto es que, tras haberlo visto en mi tierra allá por el 2012, el colega iba con el listón muy bajo.
Total, un concierto apoteósico e histórico. Axl, con su chulería habitual (no lo malinterpretéis, me encanta que un frontman tenga ese puntillo chulesco y de tipo malote sobre el escenario) y una energía que no se le veía desde hacía muchos años, Duff simpatiquísimo como de costumbre, y Slash, interactuando poco, pero hablando mediante sus seis cuerdas e imponiendo respeto simplemente con su presencia, muy bien escoltados por el también mítico Dizzy Reed, el enorme guitarra que es Richard Fortus (algo desaprovechado en mi humilde opinión), el buenazo de Frank Ferrer y Melissa Reese, cuya presencia a los coros tampoco puedo dejar de mencionar, dieron un enorme conciertazo en Madrid, que desató la nostalgia entre los presentes y nos dio una oportunidad única a los chavales que pensábamos que no veríamos nunca una gira como esta. Y sí, faltaron Izzy Stradlin y Steven Adler para completar la formación clásica, pero no se puede tener todo en esta vida, amigos. Al final Guns N' Roses desplegaron un show audiovisual soberbio, con un sonido quefue de menos a más para alcanzar a un muy buen nivel y un setlist repasando lo mejorcito de su carrera para que los 55.000 presentes nos fuéramos a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Es el setlist más perfecto que he vivido en mi vida, larga vida a Guns N' Roses! \m/
ResponderEliminar¡Qué espectacular fue la Crónica: Guns N' Roses en Madrid! Un show audiovisual de otro nivel, con luces y energía desbordante. ¡Capturar esos momentos desde un drone hubiera sido épico, como volar con su música!
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