Reseña: Guilles - Harvest of Grey Days.

Ay, como me mola ver que bandas con los huevazos de Guilles siguen ahí, al pie del cañón, peleando en una escena complicadísima para todo lo que huela a Metal extremo y encima sacando discos cojonudos. Y no, no se llaman Guilles porque todos los miembros del grupo se llamen "Guillermo", no (joder, perdón...). Antes conocidos como Guilles de Rais, en honor al asesino que luchó en la guerra de los cien años al lado de Juana de Arco, iniciaron su andadura allá por el año 2000 en Castellón, practicando una mezcla de estilos extremos que se acercaba más al Black Metal que otra cosa. Disco tras disco, todos autoproducidos y con algunas variaciones en su formación, han ido evolucionando en su sonido y madurando como conjunto, buscando aportar un sello más personal a su propuesta. Hoy, la banda formada por Adrián (voz), Sevi (guitarra y voces), Fernando Paños (guitarra), Carlos el Bola (bajo) y Daniel Ayala (batería) presenta su sexto trabajo, en el que recogen la experiencia y madurez adquiridas en su dilatada carrera, transformándola en un agresivo trabajo englobado en el Death & Roll, pero con múltiples influencias que aportan agresividad y oscuridad a su propuesta.

En el disco encontramos catorce cortes, con algún interludio, de un estilo agresivo y cafre, sin dejar de lado las melodías que aparecen de vez en cuando, pero protagonizado por una maquinaria riffera de las molonas, de las cafres, de las que dicen "tenemos los huevos de hormigón y vamos a romper la mesa con ellos". En temas de producción es la propia banda quien se lo guisa y se lo come, es una decisión algo arriesgada, pero respetable, pues al final son ellos mismos los que deciden cada paso que van a dar en el disco. El artwork, buenísimo, es obra del artista Nacho Puerto.

Tras la electrónica intro Latent, la máquina de riffs se pone en marcha con Born In A Black Void, un tema frenético y agresivo que funciona como una buena muestra del Death & Roll que predomina su estilo actual. Frenamos revoluciones con Clock, interludio, para pasar a Bewildered Predator, que juega con ritmos más lentos antes de acelerar y pasar por encima de ti con toda su furia, jugando con una estructura compleja durante todo su minutaje. Curioso el solo de guitarra que lo acompaña, muy cargado de melodía, que contrasta con el sonido global del tema pero acaba encajando bien en él. Ceraca incansable la que se viene con los tres siguientes cortes, Lines and Scars, de aire oscuro y atmósfera agobiante a la vez que te parte el cuello con su afilado riff, Dehumanized, un machacón muro de sonido, y la ultracafre Disobedient, con Daniel machacando los parches en el tema más burro del disco y, a su vez, uno de los mejores que contiene. Los tres temas forman un equipo sólido que va machacando todo lo que encuentra a su paso, mostrándose como el punto álgido del disco. no hay duda de que Guilles están furiosos y, lo lamento amigo, pero tu cuello (o tu cuerpo entero si te pilla con la guardia baja) sufrirá las consecuencias.



La cosa sigue avanzando con Enraged, Death & Roll agresivo, con toques grooveros y buen juego de riffs. Lost, situada entre dos innecesarios interludios, sigue por los mismos derroteros, mostrando a unos Guilles agresivos, cafres y machachones sin control. De cara al final del disco tenemos Hopeless, más lenta y de aires oscuros, realmente buena, Alive, absolutamente cafre aunque sin mucho más que ofrecer, e Incomplete, una baladita a lo Back Street Bo... que nooo, es un tema cortito que despide el disco con la mala hostia que solo Guilles saben imprimir a su música.

Total, un disco fresco y agresivo de una banda de esas que ya andan con el culo pelao tras años de guerra, de esos grupos peleones e incansables como otros muchos en nuestra escena que no gozan del apoyo que merecen. Guilles presentan un sexto trabajo extremo, cañero y en el que recogen lo sembrado durante 17 años de carrera para plasmarlo en catorce cortes a los que, por poner una pega, les sobra algún que otro interludio. No viene mal un tema ambiental de treinta segundos a mitad de disco para descansar un poco el oído entre tanta tralla, pero se han excedido algo en ese aspecto. Quitando ese detalle, tenemos un fantástico disco, ideal para desahogar tu furia en esos días en que solo quieres romper cosas y cagarte en Dios veinte mil veces. Muy buen trabajo.

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