Tras 19 años de larga espera, después de su Classical de 1997, por fin está ahí el segundo álbum en solitario del guitarrista y miembro de ACCEPT, Wolf Hoffmann. El crack alemán vuelve a interpretar los mejores temas de la música clásica, pero esta vez acompañado de la sección de instrumentos de cuerda de la Orquesta Sinfónica Nacional Checa bajo la dirección de Jan Chalupecky. Aunque las reseñas son especialidad de mi jefe y compañero, Jose Meh, esta vez me ha concedido el honor de reseñar este álbum ya que soy una gran amante de la música clásica y una fan incondicional de Wolf desde los tiempos en los que este lucía una larga melena. Espero estar a la altura.
La portada del álbum, titulado Headbangers Symphony, muy
sobria y elegante, aparentemente es un simple retrato en blanco y negro del guitarrista.
Pero al fijarnos un poco más descubrimos que el cuello y la camiseta de Hoffmann esconden
unas pistas sobre la música que contiene el disco: imágenes de los violinistas,
detalles de algunos instrumentos de cuerda, las manos del director de orquesta y
hasta la silueta del Ayuntamiento de Praga (la sede de la Orquesta Sinfónica Nacional
Checa). No hay duda de que no estamos ante un disco heavy al uso.
El trabajo que se llevó a cabo para grabar Headbangers
Symphony fue inmenso. No encuentro
palabras para describir la magnitud de los arreglos que se hicieron para que
podamos disfrutar de los temas de los grandes compositores. Diferentes
instrumentos, diferentes compases (ya veo como nuestros lectores – músicos empiezan
a sudar), incluir los riffs heavy más conocidos… lo dicho: un
trabajo de titanes. Aparte de la Orquesta Sinfónica Nacional Checa su granito
de arena aportan al álbum los bajistas Peter Baltes, Matthias Rethmann y John
Billings, el teclista Melo Mafali y Jason Bowld y Pat Mc Donald en la batería. Aunque
el Classical ya fue una obra maestra, aquí se nota más madurez, más
sensibilidad, más técnica, más capacidad de trasmitir las emociones… En fin: bienvenidos
al mundo mágico del gran Wolf Hoffman.
El álbum
empieza con Scherzo, del 2º movimiento de la 9ª Sinfonía de Ludwig Van
Beethoven. Una obra monumental, adaptada de tal manera que nos damos cuenta
enseguida de que aquí no habrá tregua para los antiguos maestros. Aunque Wolf
conserva la esencia de los temas originales, por otro lado les da mil vueltas hasta
llevarles a su terreno. ¿Beethoven y Teutonic Terror juntos? Sí, señor, es
posible, aquí tenéis la prueba. ¡Y suena bárbaro!
El segundo
tema nos dice mucho no sólo sobre el talento musical de Hoffmann, pero también
sobre su sentido de humor. Por poco ni me doy cuenta, pero al estudiar
detenidamente el tracklist antes de ponerme a escribir estas líneas, vi que el
título de la obra de Musorgsky “Night on Bare Mountain” fue cambiado a “Night
on Bald Mountain” y no pude hacer otra cosa que reírme a gusto durante un buen
rato. (Para los que no domináis inglés, Wolf cambió el nombre de la legendaria “Montaña
Pelada” por “Montaña Calva”). Y hasta aquí las risas, porque otra vez el músico
nos deja boquiabiertos con su interpretación, transportándonos a los tiempos de
brujas y aquelarres, en vez de la escoba usando su guitarra mágica.
Seguimos con
la adaptación de Je Crois Entendre Encore de George Bizet, el tema quizás más
calmado del álbum, perfecto para los momentos de relax. Pero el momento de calma es como una isleta perdida
en el mar, enseguida nos envuelve el torbellino de Vivaldi y su Double Cello
Concerto In G Minor con el motivo principal muy presente, aunque cambiando la
suavidad de los violonchelos por los riffs potentes de las guitarras y con el
perfectamente equilibrado acompañamiento de la sección de cuerdas de la orquesta.
El siguiente
tema sonará incluso a los que no suelen escuchar música clásica ya que fue
utilizado en una decena de películas. Hablo de Adagio de Albinoni. Si a estas
alturas queda alguien quien no está del todo convencido de la maestría de Wolf
Hoffmann (cosa que dudo), esta interpretación le va a poner de rodillas,
directamente. La guitarra aquí no es un simple instrumento, sino cobra vida,
canta, llora, sufre, nos cuenta una historia y no deja a nadie indiferente ante
la inmensa belleza de lo que trasmite. El acompañamiento de la orquesta es
inmejorable. De hecho me encanta la producción del álbum, dando el protagonismo
absoluto a la guitarra de Hoffmann, pero sin despreciar la maestría de los
otros músicos. Y consiguiendo un equilibrio perfecto, sin que los temas suenen
como una competición “a ver quién suena más potente” entre lo clásico y lo
moderno.
Dicho esto, llegamos a Symphony Nº 40 de Mozart. El primer movimiento de esta obra maestra suena aquí con tal potencia que apetece hacer honor al título del álbum y ponerse a “headbangear”. Un tema perfecto para enamorar mutuamente a los más ortodoxos, tanto de heavy como de música clásica. Le sigue Swan Lake de Tchaikovsky, otro tema muy conocido y versionado en mil ocasiones. Con un estilo muy rockero y el tempo un poco más acelerado que el de la obra del gran maestro, Hoffmann nos lleva de excursión por el lago de los cisnes, entremezclando los suaves motivos originales con el potente sonido de su guitarra y unos riffs muy metaleros. El tema siguiente proviene de Madame Butterfly de Puccini y Wolf lo convierte en una preciosa balada. Llegamos a Pathétique, sonata para piano nº8 de Beethoven, la cual empieza con el hermoso sonido de los instrumentos de cuerda para en cuestión de segundos incluir los demás instrumentos y convertirlo en un corto digno de los mejores álbumes de ACCEPT. Sin duda es una de mis piezas favoritas del álbum. He de repetir que la coordinación de los violines y la guitarra es absolutamente mágica y no paro de pensar en las horas de trabajo que conlleva conseguir este efecto tan bello y natural. Un poco de respiro con Meditation de la ópera Thaïs de Jules Massenet y llegamos a la guinda final: Air On The String, suite nº3 en D major de Johann Sebastian Bach. Igual no es muy “profesional”, pero lo voy a confesar: a estas alturas del álbum ya estuve llorando a lágrima viva y este último tema creo que escuché como cuatro o cinco veces en bucle porque su belleza es imposible de describir, al menos yo no encuentro palabras. Aparte, los que como yo aman a partes iguales al heavy y música clásica, simplemente no van a querer que esta maravilla se acabe. Los 50 minutos que dura el álbum pasan como si fueran segundos. Y ya sabemos que tenemos delante una obra maestra como las de los músicos que vivían y componían hace siglos y los que seguro le hubieran felicitado a Wolf Hoffmann por su aporte en hacerles inmortales. Un álbum de los que apetece volver a escuchar una y otra vez y que siempre esconde algún detalle por descubrir. ¡Bravo, bravísimo, Maestro Hoffmann! (10/10)
*He puesto
los títulos de los temas tal como aparecen en el tracklist para no complicar el
texto con las traducciones al español y para que los que empiezan su aventura
con la música clásica puedan seguir la reseña (espero que con el álbum en mano) con más facilidad.
lml
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