Rock Fest... aún arrastrando cansancio del enorme Resurrection Fest vivido tan solo una semana antes de la cita anual en Santa Coloma, se nos venía encima un festival con un cartel enorme, que habría sido calificado como tal de no ser por la chapuza de poner precio a las entradas antes de tener a las bandas "gordas" confirmadas, lo que nos dejó un señor cartel pero sin un cabeza y otro, King Diamond, que por mucho que me guste y que diera el que para mi fue el mejor concierto del festival, en nuestro país tampoco tiene un tirón como para que la entrada cueste 160€, de hecho en su turno quedaron unas 5000 personas frente al escenario. Pero bueno, olvidando este desgraciado incidente, del que imagino que la promotora aprenderá la lección, nos quedaba un muy buen cartel, además plagado de bandas que un servidor tenía pendientes.
Así, tras organizarnos en la casa alquilada que teníamos con los coleguis, nos apresuramos y nos dirigimos a Can Zam lo más rápido posible con el objetivo de pillar a los infalibles Moonspell. Intentamos llegar a Grave Digger, pero cuando llegamos ya estaban interpretando la enorme Heavy Metal Breakdown y cerrando su show. Por suerte, la recogida de pulseras fue rápida (mejoría con respecto al enorme caos del año pasado) y entramos en el recinto cuando los portugueses Moonspell empezaban a saltar al escenario con la intro de Breathe (Until We Are No More) con la que arrancaron otro enorme show, como es costumbre en ellos. Pese a sufrir un calor insoportable, los de Fernando Ribeiro salieron a demostrar que su directo es una apuesta segura ya que no fallan nunca. Con un setlist protagonizado por su gran disco Irreligious, se ganaron más de un seguidor a base de entrega, energía y buen sonido. Temas como Extinct, Opium, Awake, la soberbia Alma Mater y Full Moon Madness levantaron al público frente al sol barcelonés y nos dejaron un gran sabor de boca para abrir con buen pie el festival. A continuación era el turno de Dragonforce, grupo que personalmente no me gusta en exceso, pues sus enormes alardes de velocidad masturbamástiles se me hacen jodidamente pesados y me aparté del escenario para ir a comer algo. Por supuesto, me dio tiempo de acercarme a ver la mítica Through The Fire and The Flames, un tema que sí me entra pese a que ya se me hace largo. Pese a mi tirria hacia la banda, sí debo reconocer que han sabido ganarse su público y tuvieron una buena cantidad de gente entregada frente al escenario mientras ellos descargaban un enérgico directo cargado de feeling por parte de su vocalista Marc Hudson, un portento vocal y un gran frontman, todo un acierto el dar con este muchacho tras la marcha de ZP Theart. Destacar, por supuesto, el carisma de Herman Li, todo un fenómeno a las 6 cuerdas que no para quieto y se dedica a corretear y hacer malabarismos con la guitarra además de dejar clara su habilidad a altas velocidades. Un concierto que no vi entero porque un exceso de Dragonforce me acaba saturando, pero seguro que sus fans, que no son pocos, lo gozaron de lo lindo.
A continuación pillé sitio tranquilo para lo que para mi fue una de las decepciones del festival, los suizos Coroner. Les tenía ganas, pues esa etiqueta de "banda de culto" me mola y suele ser sinónimo de buen concierto, pero Tommy T. Baron y los suyos estuvieron bastante sosos. Cabeza agachada, un "grasias" entre tema y tema y ale, a soltar temas. Buen sonido, buena dosis de técnica, pero cero feeling. Además su setlist se centró en su último album, el Grin, que siempre lo vi como el punto más bajo de su carrera. Al final la sensación que me dejaron fue de que, o eres muy fan de la banda, o no vas a disfrutar un directo de Coroner como toca... así que salí del recinto y con la excusa de ir a buscar un cajero, arrastré a mis amigos al Juanpa Celler, donde al igual que el año pasado disfruté de un buen rato bebiendo birra y echando unas buenas risas con los colegas que conocí allí mismo antes de volver a las andadas para disfrutar del brutal directo de Heaven Shall Burn. Los alemanes, al igual que Moonspell, son un seguro y en los festivales españoles lo saben, pues ambas bandas se han recorrido Leyendas, Resurrection y Rock Fest en los últimos tres años. Abrieron a lo grande con Hunters Will Be Hunted y al público (un público entre clásico y familiar, como es habitual en Can Zam) le costó arrancar, pero con Land Of The Upright Ones y su wall of death de rigor todo se vino arriba y llegaron las hostias. Marcus Bischoff lideró el cotarro con la energía de siempre pese a no tener su mejor día en las labores vocales, de hecho le vimos toser ostensiblemente en ciertos momentos del concierto. Aún así y pese a eso y el calor, el tío no paró quieto ni un segundo, demostrando tener unos huevos de hormigón. Centraron su setlist en su último disco, Veto, pero cayó un poco de todo, siendo el setlist al que nos tienen acostumbrados salvo algún que otro pequeño cambio. Tras volarnos la cabeza con Combat, Voice of the Voiceless, Behind the Wall of Silence o la enorme Godiva, Heaven Shall Burn cerraron un show enorme, con una energía capaz de levantar a un muerto y unos mosh pits capaces de tumbar a un vivo (?)
Tras el turno de Mägo de Öz, a los que vi de lejos y sin prestar mucha atención, venía uno de los platos fuertes del Rock Fest, al menos para mi. Los alemanes Kreator, que se presentaban por segunda vez en el festival catalán y lo hacían con una puesta en escena potente, con buen juego de luces, pirotecnia y demás. Y, a pesar de que el sonido no fue el mejor, los de Petrozza repartieron cera por un tubo en un show de puro y abrasivo Thrash Metal. Abrieron con una tripleta mortal formada por Enemy Of God, Terrible Certanty y Phobia y arrasaron, sin prisioneros ni hostias, a la gran cantidad de gente que se congregó frente al escenario. A base de cañonazos, tanto clásicos como recientes, como Awakening the Gods, Phantom Antichrist y Hordes of Chaos se ganaron al público barcelonés. El carisma de Petrozza llena el escenario sin problemas y ya, si cierran con Violent Revolution y Pleasure to Kill, pues poco hay que añadir. Al terminar los alemanes, era turno de un as de la guitarra, el señor Michael Schenker y su Temple of Rock. Los vi de lejos y con calma, pues tras ellos iban mis dos platos principales del día y preferí guardar fuerzas. Pero verles interpretar temas como Doctor Doctor o Rock Bottom, además del gigantesco solo que se marcó el señor Schenker, fue un gustazo.
Y, como he comentado antes, tocaba cerrar con dos de los conciertos a los que más ganas tenía. Empezando por los alemanes Blind Guardian. Los pude ver en la Razzmatazz en abril del año pasado en un concierto antológico, memorable, fastidiado por el típico puto imbécil que se cree que está solo en los conciertos y con el que yo y media sala casi acabamos a hostias (y para que yo acabe a hostias con alguien... tela) pero esta vez no hubo contratiempos y pude disfrutar del show de Hansi Kürsch al completo sin pelmazos de turno. Con un escenario mucho más austero que en la Razz, sin background ni nada por el estilo más allá de un colorido juego de luces, arrancaron como de costumbre, con The Ninth Wave, que en directo cunde de sobras desde la intro al pegadizo estribillo del tema. A continuación llegó lo que para mi fue uno de los momentos del festival, pues The Script for My Requiem es mi tema favorito de los guardianes y me quedé con las ganas de escucharla en vivo en abril, pero por fin pude desquitarme y la verdad es que sonó a Dios, además, ese tema me recuerda a un buen amigo que nos dejó hace algún tiempo y que de haber podido estar seguro que la hubiera disfrutado tanto como yo en Can Zam. Con un Hansi sonriente y pletórico, fueron cayendo temas de casi todas sus épocas, encajando perfectamente con las recientes. Time Stands Still, Tanelorn, una coreadísima The Last Candle (enorme ese final con la gente coreando el "somebody's out there?") fueron cayendo y el público lo gozaba de lo lindo, cantando todos los temas y acompañando a la banda en los coros. Imaginations From The Other Side (otro de mis imprescindibles de esta gente), Sacred Worlds (que me pilló por sorpresa), Bright Eyes y las míticas The Bard's Song y una extensa Valhalla, cerraron el enorme concierto de Blind Guardian, que me guardo como uno de los mejores del festival. Muchos echaron de menos Mirror Mirror, no les culpo por ello, pero yo personalmente no tocaría ni una coma del setlist.
Y, para cerrar el día, era el turno del enorme King Diamond, que ya llevaba sus añitos sin visitarnos y lo hizo en una posición de cabeza de cartel que no le hacía ningún favor, pues en nuestro país la del señor Diamond siempre ha sido considerada una banda de culto más que otra cosa. Amado y odiado a partes iguales por su peculiar voz, el danés y su enorme elenco de músicos, salieron a repartir cera e interpretar esa obra maestra llamada Abigail al completo, pero tendríamos tiempo de escuchar varios clásicos como Sleepless Nights, Welcome Home, Halloween y Eye of the Witch además de dos temazos de Mercyful Fate como Melissa y la estratosférica Come To The Sabbath antes de, por fin, arrancarse con el Abigail. Aprovechando al máximo ese escenario, subiendo y bajando las escaleras, jugueteando con los diferentes personajes de la historia de Abigail que aparecían por allí y haciendo air guitar con su pie de micro formado por dos huesos en forma de cruz, King Diamond demostró un estado de forma impresionante teniendo en cuenta que ya ha cumplido los sesenta añazos y tanto él como sus compañeros de batalla dieron un recital de la hostia. Fue todo un gustazo disfrutar del gran Andy LaRoque en la guitarra, con su enorme maestría en los riffs y los solos del inseparable acompañante de su majestad. Abrieron el set de Abigail con Arrival antes de seguir, en el mismo orden que el album para no perder el hilo de la historia, con las más coreadas de la noche que fueron A Mansion in Darkness y The Family Ghost, a partir de ahí, los fans que quedaban estaban alucinando con la fantástica puesta en escena y el buen sonido del concierto. The 7th Day of 1777, Omens y The Possession dejaban paso al gran final con el tema Abigail y Black Horsemen, con los que la banda cerraría un show antológico y así terminaría el primer día de festival en Can Zam.
Un buen día en cuanto a conciertos pese a que el sonido, salvo en contadas ocasiones, deslució más de un concierto. A pesar de ello, el alto nivel ofrecido por las bandas nos dejaron un enorme sabor de boca y muchas ganas de arrancar el segundo día, en el que se venía, nada más y nada menos, que la doncella de hierro a presentar su libro de las almas, pero eso va en la siguiente crónica...
Así, tras organizarnos en la casa alquilada que teníamos con los coleguis, nos apresuramos y nos dirigimos a Can Zam lo más rápido posible con el objetivo de pillar a los infalibles Moonspell. Intentamos llegar a Grave Digger, pero cuando llegamos ya estaban interpretando la enorme Heavy Metal Breakdown y cerrando su show. Por suerte, la recogida de pulseras fue rápida (mejoría con respecto al enorme caos del año pasado) y entramos en el recinto cuando los portugueses Moonspell empezaban a saltar al escenario con la intro de Breathe (Until We Are No More) con la que arrancaron otro enorme show, como es costumbre en ellos. Pese a sufrir un calor insoportable, los de Fernando Ribeiro salieron a demostrar que su directo es una apuesta segura ya que no fallan nunca. Con un setlist protagonizado por su gran disco Irreligious, se ganaron más de un seguidor a base de entrega, energía y buen sonido. Temas como Extinct, Opium, Awake, la soberbia Alma Mater y Full Moon Madness levantaron al público frente al sol barcelonés y nos dejaron un gran sabor de boca para abrir con buen pie el festival. A continuación era el turno de Dragonforce, grupo que personalmente no me gusta en exceso, pues sus enormes alardes de velocidad masturbamástiles se me hacen jodidamente pesados y me aparté del escenario para ir a comer algo. Por supuesto, me dio tiempo de acercarme a ver la mítica Through The Fire and The Flames, un tema que sí me entra pese a que ya se me hace largo. Pese a mi tirria hacia la banda, sí debo reconocer que han sabido ganarse su público y tuvieron una buena cantidad de gente entregada frente al escenario mientras ellos descargaban un enérgico directo cargado de feeling por parte de su vocalista Marc Hudson, un portento vocal y un gran frontman, todo un acierto el dar con este muchacho tras la marcha de ZP Theart. Destacar, por supuesto, el carisma de Herman Li, todo un fenómeno a las 6 cuerdas que no para quieto y se dedica a corretear y hacer malabarismos con la guitarra además de dejar clara su habilidad a altas velocidades. Un concierto que no vi entero porque un exceso de Dragonforce me acaba saturando, pero seguro que sus fans, que no son pocos, lo gozaron de lo lindo.
A continuación pillé sitio tranquilo para lo que para mi fue una de las decepciones del festival, los suizos Coroner. Les tenía ganas, pues esa etiqueta de "banda de culto" me mola y suele ser sinónimo de buen concierto, pero Tommy T. Baron y los suyos estuvieron bastante sosos. Cabeza agachada, un "grasias" entre tema y tema y ale, a soltar temas. Buen sonido, buena dosis de técnica, pero cero feeling. Además su setlist se centró en su último album, el Grin, que siempre lo vi como el punto más bajo de su carrera. Al final la sensación que me dejaron fue de que, o eres muy fan de la banda, o no vas a disfrutar un directo de Coroner como toca... así que salí del recinto y con la excusa de ir a buscar un cajero, arrastré a mis amigos al Juanpa Celler, donde al igual que el año pasado disfruté de un buen rato bebiendo birra y echando unas buenas risas con los colegas que conocí allí mismo antes de volver a las andadas para disfrutar del brutal directo de Heaven Shall Burn. Los alemanes, al igual que Moonspell, son un seguro y en los festivales españoles lo saben, pues ambas bandas se han recorrido Leyendas, Resurrection y Rock Fest en los últimos tres años. Abrieron a lo grande con Hunters Will Be Hunted y al público (un público entre clásico y familiar, como es habitual en Can Zam) le costó arrancar, pero con Land Of The Upright Ones y su wall of death de rigor todo se vino arriba y llegaron las hostias. Marcus Bischoff lideró el cotarro con la energía de siempre pese a no tener su mejor día en las labores vocales, de hecho le vimos toser ostensiblemente en ciertos momentos del concierto. Aún así y pese a eso y el calor, el tío no paró quieto ni un segundo, demostrando tener unos huevos de hormigón. Centraron su setlist en su último disco, Veto, pero cayó un poco de todo, siendo el setlist al que nos tienen acostumbrados salvo algún que otro pequeño cambio. Tras volarnos la cabeza con Combat, Voice of the Voiceless, Behind the Wall of Silence o la enorme Godiva, Heaven Shall Burn cerraron un show enorme, con una energía capaz de levantar a un muerto y unos mosh pits capaces de tumbar a un vivo (?)
Tras el turno de Mägo de Öz, a los que vi de lejos y sin prestar mucha atención, venía uno de los platos fuertes del Rock Fest, al menos para mi. Los alemanes Kreator, que se presentaban por segunda vez en el festival catalán y lo hacían con una puesta en escena potente, con buen juego de luces, pirotecnia y demás. Y, a pesar de que el sonido no fue el mejor, los de Petrozza repartieron cera por un tubo en un show de puro y abrasivo Thrash Metal. Abrieron con una tripleta mortal formada por Enemy Of God, Terrible Certanty y Phobia y arrasaron, sin prisioneros ni hostias, a la gran cantidad de gente que se congregó frente al escenario. A base de cañonazos, tanto clásicos como recientes, como Awakening the Gods, Phantom Antichrist y Hordes of Chaos se ganaron al público barcelonés. El carisma de Petrozza llena el escenario sin problemas y ya, si cierran con Violent Revolution y Pleasure to Kill, pues poco hay que añadir. Al terminar los alemanes, era turno de un as de la guitarra, el señor Michael Schenker y su Temple of Rock. Los vi de lejos y con calma, pues tras ellos iban mis dos platos principales del día y preferí guardar fuerzas. Pero verles interpretar temas como Doctor Doctor o Rock Bottom, además del gigantesco solo que se marcó el señor Schenker, fue un gustazo.
Y, como he comentado antes, tocaba cerrar con dos de los conciertos a los que más ganas tenía. Empezando por los alemanes Blind Guardian. Los pude ver en la Razzmatazz en abril del año pasado en un concierto antológico, memorable, fastidiado por el típico puto imbécil que se cree que está solo en los conciertos y con el que yo y media sala casi acabamos a hostias (y para que yo acabe a hostias con alguien... tela) pero esta vez no hubo contratiempos y pude disfrutar del show de Hansi Kürsch al completo sin pelmazos de turno. Con un escenario mucho más austero que en la Razz, sin background ni nada por el estilo más allá de un colorido juego de luces, arrancaron como de costumbre, con The Ninth Wave, que en directo cunde de sobras desde la intro al pegadizo estribillo del tema. A continuación llegó lo que para mi fue uno de los momentos del festival, pues The Script for My Requiem es mi tema favorito de los guardianes y me quedé con las ganas de escucharla en vivo en abril, pero por fin pude desquitarme y la verdad es que sonó a Dios, además, ese tema me recuerda a un buen amigo que nos dejó hace algún tiempo y que de haber podido estar seguro que la hubiera disfrutado tanto como yo en Can Zam. Con un Hansi sonriente y pletórico, fueron cayendo temas de casi todas sus épocas, encajando perfectamente con las recientes. Time Stands Still, Tanelorn, una coreadísima The Last Candle (enorme ese final con la gente coreando el "somebody's out there?") fueron cayendo y el público lo gozaba de lo lindo, cantando todos los temas y acompañando a la banda en los coros. Imaginations From The Other Side (otro de mis imprescindibles de esta gente), Sacred Worlds (que me pilló por sorpresa), Bright Eyes y las míticas The Bard's Song y una extensa Valhalla, cerraron el enorme concierto de Blind Guardian, que me guardo como uno de los mejores del festival. Muchos echaron de menos Mirror Mirror, no les culpo por ello, pero yo personalmente no tocaría ni una coma del setlist.
Y, para cerrar el día, era el turno del enorme King Diamond, que ya llevaba sus añitos sin visitarnos y lo hizo en una posición de cabeza de cartel que no le hacía ningún favor, pues en nuestro país la del señor Diamond siempre ha sido considerada una banda de culto más que otra cosa. Amado y odiado a partes iguales por su peculiar voz, el danés y su enorme elenco de músicos, salieron a repartir cera e interpretar esa obra maestra llamada Abigail al completo, pero tendríamos tiempo de escuchar varios clásicos como Sleepless Nights, Welcome Home, Halloween y Eye of the Witch además de dos temazos de Mercyful Fate como Melissa y la estratosférica Come To The Sabbath antes de, por fin, arrancarse con el Abigail. Aprovechando al máximo ese escenario, subiendo y bajando las escaleras, jugueteando con los diferentes personajes de la historia de Abigail que aparecían por allí y haciendo air guitar con su pie de micro formado por dos huesos en forma de cruz, King Diamond demostró un estado de forma impresionante teniendo en cuenta que ya ha cumplido los sesenta añazos y tanto él como sus compañeros de batalla dieron un recital de la hostia. Fue todo un gustazo disfrutar del gran Andy LaRoque en la guitarra, con su enorme maestría en los riffs y los solos del inseparable acompañante de su majestad. Abrieron el set de Abigail con Arrival antes de seguir, en el mismo orden que el album para no perder el hilo de la historia, con las más coreadas de la noche que fueron A Mansion in Darkness y The Family Ghost, a partir de ahí, los fans que quedaban estaban alucinando con la fantástica puesta en escena y el buen sonido del concierto. The 7th Day of 1777, Omens y The Possession dejaban paso al gran final con el tema Abigail y Black Horsemen, con los que la banda cerraría un show antológico y así terminaría el primer día de festival en Can Zam.
Un buen día en cuanto a conciertos pese a que el sonido, salvo en contadas ocasiones, deslució más de un concierto. A pesar de ello, el alto nivel ofrecido por las bandas nos dejaron un enorme sabor de boca y muchas ganas de arrancar el segundo día, en el que se venía, nada más y nada menos, que la doncella de hierro a presentar su libro de las almas, pero eso va en la siguiente crónica...
Ojalá vea Heaven Shall Burn y Kreator, deben ser uno de los directos más brutales.
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